Don Felipe y los mojitos caribeños.

Don Felipe y los mojitos caribeños.

 
Cuando nos tenemos que posicionar sobre temas bioéticos, se nos plantea la duda sobre si apoyamos o rechazamos un tema en concreto en valores absolutos. Uno tiene que estar cien por cien a favor del aborto o tiene que estar siempre en contra de la donación de óvulos. Uno puede estar en contra de la donación de órganos inter-vivos en todos los casos o siempre a favor de la eutanasia .
 
Al final,  no es más que una forma de encajar nuestro posicionamiento (de apoyo o rechazo) de un tema a un marco mental en el que sentirnos medianamente cómodos.
Pero la realidad es tozuda. Cuando aseguramos, por ejemplo, nuestro apoyo al aborto no significa que estemos de acuerdo con abortos forzados a menores, con abortos realizados en la semana treinta, no significa que apoyásemos la política de un hijo de China ni que aceptemos el aborto como un método anticonceptivo, etc. Por lo tanto, aunque no lo verbalizamos, sí asociamos a que el aborto tenga unos límites concretos. Ese es el marco de los grises que se intenta borrar desde las posiciones radicales. Un marco que resiste por la razón frente a los engaños.
 
Recuerdo a mi profesor de religión, Don Felipe,  que nos enseñaba imágenes de fetos “abortados” de cinco meses, o vídeos de mujeres arrepentidas y forzadas a abortar pidiendo perdón a Dios, o las famosas cartas de mujeres psicológicamente débiles pidiendo ayuda por haber asesinado a su hijo. Don Felipe no convenció a muchos ni a muchas en mi clase,  se centró mucho más en la barra de un bar en donde le daba al carajillo con amigos, pero sí que logró que identificáramos de manera rápida el “método Don Felipe” para engañarnos sobre el aborto (y sobre algunos temas más).
 
Escribo esto después del intento de parte del feminismo radical de asociar una campaña deleznable de una clínica ucraniana sobre el Black Friday en donde se ofrecen descuentos para aquellas familias que quieran comenzar un proceso de gestación subrogada en ese país (y con ellos).  Obviamente, esta actitud ha servido de excusa para que todas las redes sociales ataquen la gestación por sustitución, y se refuerce la idea de mercantilización.  Lo más sorprendente es que esta crítica no se centraba en la comercialización de la  medicina reproductiva. No. Tampoco se centraba en el uso que esta clínica en concreto  hace de esta forma de generar más ingresos. No. Se centra en la gestación por sustitución.
 
Estaba tomando un café cuando vi que Cuatro TV recogía esta noticia.  En vez de abrir un debate sobre la comercialización que se da en la medicina reproductiva (en Ucrania, en España o en Pernambuco) o cómo esta clínica volvía a salir a la palestra para que los medios le hicieran publicidad gratuita,  el salto argumental se dio con la gestación por sustitución (a nivel internacional) y el programa compró el “método Don Felipe”.
En el plató empezaron con afirmaciones falsas como que la gestación por sustitución no es una técnica sino que es simplemente un contrato (algo que no es cierto), que era un “delito” (algo que no es cierto), incluso un colaborador dijo que era compra- venta de niños (delito internacional). Para rematar el sistema Don Felipe de información falsa, señalaron que en España se inscriben los menores en el registro civil por el capricho de una instrucción (que tampoco es cierto y menos en los casos de Ucrania).
Además, obviaron la obligación de inscribir porque lo contrario vulnera los DDHH (ni siquiera citaron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos) . Todas estas afirmaciones falsas se vieron reforzadas por una conexión en directo con una experta desde un chiringuito caribeño que dibujaba a las mujeres gestantes como vacas en granjas explotadas arrepentidas. Ya teníamos al nuevo “Don Felipe” de frente.
Debo agradecer al programa que no  enfocara las bebidas en el chiringuito aunque  solo entonces se hubieran entendido y comprendido las declaraciones de la experta.  Hubiera sido, por otro lado, un broche de oro para el tratamiento de la noticia en Cuatro. Enfocando un mojito. Porque un mojito bajo una sombrilla de cañas en la playa explica bastante bien el nivel de las fuentes de información que se da, a veces, en los medios. “Sujétame la copa que ahora voy yo”- se debió oír.
Lo que resulta realmente curioso es que en este tema, como en todos los de bioética, los matices (lo grises) son los más realistas pero los más complicados de defender en un mundo en donde la inmediatez y el conflicto priman.
En materias como el aborto, seguimos viendo que los/las radicales se manifiestan (décadas después) delante de las clínicas para evitar que las mujeres ejerzan sus derechos reproductivos.  O leemos cómo grupos extremistas introducen dentro de la nueva categoría de “explotación reproductiva” a la donación de óvulos a terceros (algo aparentemente más que consolidado en nuestro país), o a la donación de útero, etc.
Las materias bioéticas seguirán siendo parte de debates eternos y aunque parezca que las posiciones totalitarias que señalan que todo es blanco o todo es negro intenten o crean ganar la opinión pública, el tiempo recompone siempre el espacio de las zonas grises. La de la razón.
Básicamente porque, afortunadamente ,no todo el mundo va puesto a mojitos cuando hay que tratar estos temas. Y se agradece.
 
Javier G. Costacora.
Padre por gestación subrogada.

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