El pasado día 30 de junio se publicaba en eldiario.es un artículo de doña Alicia Miyares, titulado Vientres de alquiler: consecuencias éticas y jurídicas. En él se realizan una seria de reflexiones sobre las que quisiera, a mi vez, razonar desde la óptica de quien es padre gracias a la Gestación por Sustitución (GS).
Comienza la profesora Miyares manifestando que “En los últimos meses las personas favorables a la, eufemísticamente, denominada “gestación subrogada” expresaban, a través de los medios de comunicación, que era urgente abrir un debate sobre esta práctica. La campaña “NoSomosVasijas” se ajusta, pues, a ese petición de debate”.
Sorprendente afirmación, toda vez que el Manifiesto de las Vasijas “se suma a la campaña internacional ‘Stop Surrogacy Now’ que aspira a crear una Convención mundial que la prohíba”, según declaraciones de la propia señora Miyares, publicadas en prensa hace unas semanas. Ignoro en qué momento la RAE ha incluido, entre las acepciones del verbo prohibir, la de “abrir un debate”, pues mal se conjuga una con otra concepción. Cierto es que hay controversia, sobre todo en relación a los derechos. De las personas en general, de las mujeres en particular y sobre quién debe tutelarlos permitiendo, o no, su ejercicio.
En cuanto a la denominación, no es un eufemismo. La Ley de reproducción humana asistida de 2006 la llama gestación por sustitución. Ese, o gestación subrogada, es el nombre que recibe por parte de sociedades científicas o legislaciones internacionales. Que se prefiera usar otra calificación, vejatoria para los niños nacidos por esta técnica reproductiva, entra dentro del campo de la libertad de expresión, pero no se nos acuse de eufemismo cuando usamos el nombre que la ley española le daba ya en 1988.
Habla la profesora de “los defensores del alquiler de úteros”. Desde las Asociaciones se defiende una técnica médica, que no alquiler, de la que existen varias guías de buena praxis. Porque “no todo vale”. En esas guías es posible encontrar características para aceptar o rechazar tanto a padres de intención como a mujeres, que no úteros, que desean gestar para otros. Una lectura muy recomendable. Dicho esto, aplicar el término alquiler, como lo hace, en una causa global, supone falta de respeto a las familias, a los niños y a las mujeres que han donado su capacidad gestacional. Juzgarlas llamándolas vendidas o alquiladas (¡vasijas!) no parece una forma ética de defender la dignidad femenina.
Nos oponemos a todo tipo de explotación del ser humano. La mujer (y el hombre) nunca puede ser alquilada, ni vendida, ni troceada. Usted, señora Miyares, ha generalizado, en un proceso totalitarista y, sin parar en miramiento alguno, ataca a familias y personas de las que nada sabe, a las que no conoce, a las que ni siquiera se ha planteado conocer antes de liberar su andanada verbal.
Ni lo hemos defendido ni lo defendemos. No.
Considera que “De ahí que sea más fructífero para dirimir y debatir sobre la “gestación subrogada” evaluar sus consecuencias éticas y jurídicas que no abordarla desde el limitado marco de la experiencia individual, las vivencias o los deseos”. Y… para que el debate sea fructífero, ¿prohibimos la técnica? Curiosa forma de “fructificar”. Son las experiencias y vivencias personales las que modulan el futuro. Las personas que sueñan modifican el entorno, permitiendo su crecimiento y desarrollo. Qué habría sido del mundo sin la experiencia individual, las vivencias o los deseos de Florence Nightingale, Hipatia de Alejandría, Clara Campoamor, Olympe de Gouges, Carla Antonelli,… Sin los millones de mujeres anónimas que, día tras día, se levantan y encaran la vida defendiendo sus derechos desde su limitado marco y es su experiencia individual, las vivencias o los deseos que las animan lo que hace que la igualdad sea algo por lo que vale la pena respirar.
“¿Puede ser objeto de contrato el útero de la mujer y la criatura que nace? Creemos que no, porque no es posible evitar la mercantilización…”
¿Por qué no es posible evitar la mercantilización? Se realiza esa afirmación sin aportar más datos objetivos que asegurar “No es posible sostener que haya un tipo de contrato del alquiler de úteros “altruista” porque si así fuera no habría agencias de intermediación lucrándose, abogados de despachos especializados beneficiándose, etc….”. En adopción internacional hay psicólogos, asistentes sociales, abogados especializados, agencias, jueces, etc., que tienen la mala costumbre de cobrar por sus servicios (el vicio de querer comer, que no tiene cura). De aplicar su razonamiento, habría que concluir que no es posible el contrato de adopción altruista. ¿La adopción es un mercadeo y supone compraventa de niños? o ¿Le parece mal que los profesionales que trabajan en reproducción perciban un salario?
Que su convencimiento sea que la mujer carece de inteligencia y generosidad suficientes para donar capacidades reproductivas es, simplemente, su consideración personal, no dogma de fe.
“¿Puede la “generosidad” de la gestante altruista poner en riesgo los derechos reproductivos del conjunto de las mujeres a través de los cuales se reconoce la filiación y custodia legal de los hijos/as que nacen de la mujer que gesta? Evidentemente no”.
¿Poner en riesgo? ¿Legislando adecuadamente? El sexo permanece inmutable, desde hace siglos, en demasiadas regiones del globo y cualquier orientación “mutada” se castiga con cárcel o muerte. No hace mucho las calles se llenaban de una marea de gente reclamando que no mutase el matrimonio y continuase, como siempre, realizándose entre hombre y mujer.
Ahora toca el turno de la inmutabilidad a la filiación materna. Hemos modificado el concepto de padre, de matrimonio, de familia. La comunidad ha progresado, pero hay quien pervive en la Roma del “mater semper certa est“. Parece que se tuviese miedo a dañar algún baluarte del imperio, a poner en riesgo la tradición judeo-romano-cristiana. La rueda del tiempo ha girado, inadvertida para quienes siguen creyendo que “no hay nada más espeso que la sangre” o que “gestar hace una madre“, olvidando a los recién nacidos arrojados a contenedores de basura por “su madre”.
Ahora toca el turno de la inmutabilidad a la filiación materna. Hemos modificado el concepto de padre, de matrimonio, de familia. La comunidad ha progresado, pero hay quien pervive en la Roma del “mater semper certa est“. Parece que se tuviese miedo a dañar algún baluarte del imperio, a poner en riesgo la tradición judeo-romano-cristiana. La rueda del tiempo ha girado, inadvertida para quienes siguen creyendo que “no hay nada más espeso que la sangre” o que “gestar hace una madre“, olvidando a los recién nacidos arrojados a contenedores de basura por “su madre”.
En España se reconoce la filiación intencional. Se han cambiado leyes y realizado revisiones, jurídicas y éticas, porque la sociedad ya no es la misma. Esas consecuencias éticas y jurídicas a las que alude ya se han vivenciado en otros temas. Desde la revolución sexual la vida ha evolucionado y madre no tiene, necesariamente, que ser la que pare, como no tiene que ser la que ovula, como no tiene que ser la que no desea el embarazo. Mal sistema jurídico es aquel que no incorpora los cambios sociales y permanece inmóvil, olvidado de las personas, dormido en tiempos y laureles pasados.
“Y esta cuestión nos lleva a la siguiente ¿Por qué si una madre natural no puede dar su asentimiento para que lo adopte un particular se permite, sin embargo, cuando se contrata un útero?” Perdone pero, en medicina reproductiva, la filiación se establece de modo previo a cualquier técnica. Así se contempla en la ley española, aprobada por un Gobierno con él que usted trabajó. Lo contrario supondría vulnerar el interés superior del menor. En reproducción asistida no es aceptable que un niño nazca y no se tenga claro quiénes son sus padres. Aquí no hay adopción. Uno es madre/padre de sus hijos, aún sin lazo biológico. Repito, en España se reconoce la filiación intencional y no se adopta a los hijos propios.
“¿Por qué es más legítimo el deseo de ser padre biológico que el deseo sobrevenido de quedarse para sí el hijo que una mujer ha gestado y alumbrado?”. De nuevo no parece ser la experiencia, si no la ideología, la matriz de sus palabras. El mundo (las personas) ya ha redefinido los vínculos genealógicos. Ignoro quién de nosotros es el progenitor biológico de MI hijo. Me da igual, exactamente igual. A fuer de ser pesado, hablamos de filiación intencional. La biología es secundaria.
En cuanto al deseo sobrevenido de quedarse el “hijo”… ¿Cuántas mujeres que decidiesen ser madres solas, por ejemplo, aceptarían el deseo sobrevenido del donante de semen de quedarse con el hijo nacido tras su donación? ¿el deseo de tomarse un tiempo de reflexión para ver si ejerce derechos sobre el niño? ¿el deseo de pensar a nombre de qué madre y qué padre se inscribe al menor en el registro civil?
Prosigue su exposición con una referencia habitual: el arrepentimiento. “las madres gestantes arrepentidas y firmantes de la campaña internacional “Parar la subrogación Ya” a las que nadie da respuesta y por lo que parece carecen de derecho alguno”. Que se sepa, y creo es opinión muy consensuada, no hay decisión humana de la que no existan arrepentidos. Desde el matrimonio al sacerdocio, desde la profesión a la confesión religiosa, desde la corrupción política a la compra del coche. En todas las actividades humanas se da la rectificación. Pero, inferir de esos casos, que hay que prohibir la materia causante del arrepentimiento, es ir más allá de cualquier lógica o raciocinio medianamente serio. ¿Prohibimos el matrimonio por los que se divorcian? ¿O el divorcio, por los que vuelven a casarse…?
La autonomía femenina (al igual que la masculina) no puede ser activada/desactivada según convenga a nuestros intereses. Y sí, sí, incluye el derecho a equivocarse. Porque es humano hacerlo. Lo que no supone que los errores personales deban transformarse en errores sociales o legales.
Nadie, en su sano juicio, plantearía la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo por el hecho de que existan, todos los días, mujeres que se arrepienten de haber abortado. ¿O ahora resulta que para el aborto el arrepentimiento no tiene valor, pero en la gestación subrogada es viga maestra y tótem sacro? Si se quieren páginas Web y recogidas de firmas basta con escribir “aborto y arrepentimiento” en nuestro buscador preferido. Se hallará material más que suficiente para proclamar a los cuatro vientos que hay que ilegalizar la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Sí?
No, claro que no.
No, claro que no.
“garantizando los derechos de todas y no sólo de aquellas que pueden hacer uso de su libertad individual, pero que nunca se preguntan por las consecuencias para el resto de las mujeres. Ganar libertad también significa utilizar bien esa libertad”. Son incontables las mujeres que han escuchado que podían provocar daño a su entorno, a su círculo, a sus pares. Desde los pantalones de George Sand al autobús de Rosa Parks, esas palabras se han proferido para tratar de proteger a la sociedad del perjuicio que algunas visionarias podían hacer.
Permita que le cuente una anécdota. No hace tanto tiempo que, en España, ser médico era una profe
sión netamente masculina. Las mujeres que accedían a las facultades de medicina, antes de los años 80, tenían que vencer no pocos obstáculos, incluidos familiares, sociales y religiosos. Sus ganas y su lucha eran innegables. El día previo al estudio anatómico del aparato reproductor masculino, el profesor informó a las “señoritas estudiantes” que no hacía falta que acudiesen a dicha clase, pues tal conocimiento no era de su interés. Pese a ese dato, asistieron dos chicas. A la mañana siguiente, el resto de sus compañeras les reprochó su asistencia y una en concreto les echó en cara el daño que hacían a todas, las actuales y las por venir, al dar imagen de estudiar más por vicio que por vocación. Y es que las hay que nunca se preguntan por las consecuencias para el resto de las mujeres.
sión netamente masculina. Las mujeres que accedían a las facultades de medicina, antes de los años 80, tenían que vencer no pocos obstáculos, incluidos familiares, sociales y religiosos. Sus ganas y su lucha eran innegables. El día previo al estudio anatómico del aparato reproductor masculino, el profesor informó a las “señoritas estudiantes” que no hacía falta que acudiesen a dicha clase, pues tal conocimiento no era de su interés. Pese a ese dato, asistieron dos chicas. A la mañana siguiente, el resto de sus compañeras les reprochó su asistencia y una en concreto les echó en cara el daño que hacían a todas, las actuales y las por venir, al dar imagen de estudiar más por vicio que por vocación. Y es que las hay que nunca se preguntan por las consecuencias para el resto de las mujeres.
Negarle a la mujer la capacidad de decidir, de modo consciente y razonable, sobre su propia vida es otra forma de patriarcado, el matriarcal. Ganar libertad también significa utilizar bien esa libertad.
Si nos dejan.
Desde el manifiesto de las vasijas se pretende demonizar, perseguir y llegar a impedir la gestación por sustitución. Las familias creadas a su través buscamos un espacio donde, quien quiera, pueda colaborar con otros para ayudarles en la construcción de su proyecto familiar. La ley sobre el matrimonio no obliga a casarse a nadie ni con nadie, permite que cada cual realice su vida de pareja como desee. La ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo no obliga a abortar, respeta la decisión que sobre un embarazo pueda tomar la mujer. La ley sobre gestación por sustitución no obligará a nadie a donar o aceptar la capacidad de gestar, permitirá que la intencionalidad en la reproducción se reconozca como derecho de todas las partes. El debate debe construir esa regulación, no ser la tumba para las mujeres y las familias que deseen recorrer juntas un camino propio.
Pedro Fuentes Castro