Soy una mujer feminista y, como tal, milito con pasión en el feminismo en mi vida diaria. Como consecuencia de ello, me pregunto: ¿qué problema hay con la gestación subrogada altruista? Yo soy dueña de mi cuerpo, desde el pelo hasta los pies, y con él hago lo que a mí me parece conveniente. ¿Qué problema hay con que yo quiera ser gestante del embrión de alguna pareja amiga o de cualquiera que yo considere que quiero ayudar? No lo haría por dinero. No estoy necesitada. Tengo un buen empleo. Que quede claro. Lo haría porque me apetece ayudar y sé lo que supone ser madre, porque ya lo soy, de dos niñas “naturales” y uno “adoptado”.
Nunca me consideraría madre de ese bebé, porque sí que no pondría mis óvulos, así que tendría claro que es@ hij@ es de otros, que yo lo estoy gestando y cuidando por ellos. Y no por ello soy ninguna traficante ni ninguna prostituta, como ya he leído en demasiados textos.
Quiero ser yo la que voluntariamente decida si ayudo a esa pareja o no, a esa mujer soltera que no puede gestar, a ese chico soltero que quiere ser padre y no tiene pareja femenina…Decidir yo a quién, no que me escojan a mí (eso sí que sería cosificante). Quiero decidirlo yo sola, y que el Estado de mi país me ampare y me dé el apoyo legal que necesitaría para hacerlo. Debe regularse para mujeres como yo que ya somos madres y que sabemos que supone eso, y por lo tanto, estamos dispuestas a pasar por un embarazo por alguien que nos lo merezca, siempre altruistamente, por lo que debería velar el Estado.
¿Que corro riesgos médicos? ¡Pues claro! ¿Acaso no los corre un voluntario de Médicos sin Fronteras cuando se va a un país peligroso, cuando se dona un riñón o cuando alguien se ofrece a probar nuevos medicamentos? Estoy dispuesta a asumirlos. Y del mismo modo que decido eso, también quiero decidir si interrumpiría ese embarazo si fuera necesario, o decidir solo yo sobre cómo cuidarme y vivir durante esos nueve meses.
¿Que hay malas prácticas en la gestación subrogada? Pues claro, por eso mismo es necesaria su regulación: decidir qué se puede hacer y qué no se puede hacer. España no es la India ni Tailandia.
Recordemos que la regulación del aborto, de las adopciones (nacionales e internacionales) o de la donación de órganos acabaron con todas las malas prácticas que las rodeaban en nuestro país.
Debería existir un Organismo Nacional de Subrogación dependiente del Estado que analizase caso por caso, evitando intermediarios privados, y que lo supervisase todo: que no hubiese lucro, que la gestante no sea una mujer necesitada, que los padres intencionales sean personas responsables y preparadas (como se hace con la adopción), etc.
¿Que se apunten muchas o pocas voluntarias? posiblemente serán menos que familias solicitantes, pero lo mismo pasa en la Organización Nacional de Trasplantes (no llegan todos los órganos para tantos enfermos), así que eso no es excusa para no hacerlo. Aunque sólo fuéramos dos las voluntarias (aunque yo ya conozco a más de dos), ya se justificaría la necesidad de crear ese organismo.
Soy mujer y única dueña de mí misma, y digo sí a la regulación altruista de la gestación subrogada como dije sí a los avances en materia de aborto y al matrimonio homo, y como mi madre dijo sí a la regulación del divorcio, de las técnicas de fecundación in vitro y también del aborto.
A los hombres les decimos: “¡Nosotras parimos. nosotras decidimos!” y ahora, sorprendentemente, me veo obligada a recordarle a alguna que otra mujer metida en su papel de profeta que se esté tranquila, que no es obligatorio hacerlo, que si lo hago yo no tiene por qué hacerlo ella; y si aun así sigue erre que erre tendré que decirle: “Yo paro, yo decido, así que… ¡Sal ya de mi coño!”.
María Isabel García