LA SURROFOBIA Y EL ACOSO A MENORES, MUJERES Y FAMILIAS

LA SURROFOBIA Y EL ACOSO A MENORES, MUJERES Y FAMILIAS

Nada tiene de nuevo que la difusión de determinados credos se acompañe de una iconografía concreta que refuerce el mensaje e influya en la sociedad.
Algo que ha sido usado no solo por las marcas comerciales, si no también por ideologías diversas que han recurrido a este sistema para divulgar dogmas específicos. Muestra reciente de ello ha sido el autobús de las transfobia que el grupo ultra Hazteoir está haciendo circular por España.
Nada nuevo bajo el sol. Somos muchos los que recordamos las imágenes que acompañaron a la Ley Orgánica 9/1985, de 5 de julio, de reforma del artículo 417 bis del Código Penal, en relación a la despenalización del aborto. Representaciones de niños troceados, ensangrentados, rotos,… era más que habituales.
Y por supuesto imágenes que señalaban el negocio económico que supondría realizar esos abortos.

Toda esta iconografía reapareció, aun más virulenta, al promulgarse la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo. Fotografías, videos y pancartas llenaron la atmósfera española mientras, desde los colectivos que defendían el derecho decidir de la mujer, se denunciaba el uso falaz de este recurso para tratar de influir en la sociedad.

Otro gran momento del uso de imágenes en los debates sociales llegó con la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio. El matrimonio homosexual se hacía realidad en España, pero su debate y su instauración se acompañó con estampas que pretendían, de nuevo, denigrar y humillar a las personas, relacionándolas con comportamiento animal.

Aquellos días, los guardias de la buena moral y los “derechos humanos” inundaban las calles de España y Madrid era un rio en defensa de lo ético y lo normal.
 
 
El último episodio vivido por este tipo de acoso a cambios sociales está sucediendo estos días. El objetivo, hoy, es la gestación subrogada o gestación por sustitución como fue denominada, ya en 1988, por la Ley de técnicas de reproducción asistida promulgada por el gobierno socialista de Felipe González. Nombre que no se modificó – porque es su nombre real- en la ley de reproducción de 2006 del también gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.
La campaña, encabezada por el colectivo ultra NoSomosVasijas, cuenta con el apoyo firme y decidido de quienes controlan el poder del “feminismo” dentro del PSOE. Pero, paradójicamente, se acompaña de imágenes de mujeres con códigos de barras, en relación al lucro que la GS podría generar –como se hacía en relación al aborto- o mujeres convertidas en abdómenes anónimos, como si detrás de no existiese una mujer completa y con derecho a decidir. El cuadro se completa con ataques despiadados a menores. Niñas, niños y adolescentes -ya hay muchos que son casi adultos-, podrán encontrar, cualquier día, al usar un ordenador en su colegio o instituto, esas agresiones y su correspondiente reflejo ilustrado, como el dibujo de menores colgados de un pie que se ha hecho circular, en una reedición actualizada de la imaginería de niños lesionados por el aborto. Basta con hacer una búsqueda en Twitter bajo el hashtag #mivientrenosealquila para entender de qué imágenes se trata.
En nada se diferencia esta campaña de las anteriores, salvo en sus protagonistas. Si en la de 2010 eran cardenales quienes encabezaban manifestaciones y declaraciones, ahora son “personas éticas” y de conducta “pura” las que agitan a las masas para lograr imponer sus reglas. En el colectivo de de la surrofobia se integran personalidades como Amelia Valcárcel, que usan su posición de poder dentro de un partido para dictar la moral del mismo. Que para defender eso se recurra a terminología denigrante para las familias, para las mujeres que donan su capacidad de gestar y se ponga en riesgo a menores es doloroso y describe con crudeza hasta dónde se está dispuesto a llegar para imponer la propia ideología sobre la realidad social.
El PP se equivocó cuando llevó al constitucional los cambios en la ley del matrimonio. El PSOE se equivocará si, enrocándose en si mismo, niega la mayor y se olvida de las personas.
España ya ha vivido esto. Y, como sucedió con la interrupción voluntaria del embarazo o el matrimonio igualitario, l@s guardian@s de la moral y las buenas costumbres no lograrán imponer su moralina victoriana a una sociedad, la española, que va muy por delante de conceptos patriarcales defendidos por viejas glorias políticas.

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